Morcillas de chivo (II)
Bien, una vez que tenemos embutidas y atadas todas las morcillas (como hemos explicado en la entrada anterior) las dejamos reposar en el balde o artesa durante unas horas, por ejemplo, si se hacen por la tarde o por la noche se dejan reposando hasta la mañana siguiente.
Una vez cocidas todas las morcillas las ponemos a secar sobre papel de periódico durante unos minutos dándoles la vuelta por una y otra cara. Cuando estén cocidas y secas las llevamos a la cocina de leña donde las ahumaremos durante dos o tres días.
Colgamos las morcillas en un varal, encendemos un pequeño fuego, dejamos que se apague y cerramos la puerta de la cocina para que se ahumen todo el día con el humo del fuego.
Antaño las morcillas se guardaban y conservaban en la cocina de leña todo el tiempo, hasta que se acababan. Hoy en día, existe la posibilidad de congelarlas para que se conserven frescas durante más tiempo (también es más cómodo), y eso es lo que he hecho, después de tenerlas tres días ahumándose las he congelado.
Obviamente, no todo el mundo dispone de cocina de leña, en este caso, después de cocer las morcillas y secarlas se congelan, no es lo mismo pero podremos disfrutar de unas ricas morcillas igualmente.
Después de todo este largo proceso las morcillas ya están listas para ¡comérselas!!!, las volvemos a cocer, esta vez durante 45 minutos o 1 hora y ¡ voilà !!. Este es el resultado final: