5.10.08

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Relato de Josefina Aldecoa para el Colegio Santa María de Arbas

Arbolio es, además del antiguo nombre de los Argüellos, la revista escolar del Colegio Santa María de Arbas. Una pequeña publicación realizada con esfuerzo e ilusión por padres, alumnos y profesores.
El último número de la revista - el número tres - corresponde al curso escolar 2006/2007 y, de entre los numerosos dibujos, cuentos y actividades de todo un curso, rescato - con el previo consentimiento de sus realizadores - un texto de la escritora leonesa Josefina Aldecoa dedicado al Colegio de Santa María de Arbas.
Mientras tanto, esperamos impacientes por el cuarto número de la revista "Arbolio".


A MIS OCHENTA AÑOS ME LEVANTO CADA DÍA PARA IR AL COLEGIO

"Recibo con alegría el encargo de contar mi relación con la enseñanza para los niños (y padres) del Colegio Público Santa María de Arbas, de Villamanín. Digo "con alegría" y no es una forma de empezar a contar, es la constatación de la realidad. Por muchas razones: Porque hablo de Educación, que es mi mundo; porque mis recuerdos me llevan a la infancia, en un pueblo muy cercano al vuestro pues soy de La Robla, y eso siempre es agradable y porque lleváis el nombre de uno de los momumentos más bonitos de nuestra preciosa tierra, la Colegiata de Arbas.

Os empezaré diciendo que os voy a hablar como a compañeros pues me gusta mucho decir que a mis ochenta años me levanto cada mañana para ir al Colegio". No puedo renunciar a la enseñanza, me da vitalidad, me liga a la sociedad y a la sabia nueva. Me estimula el día a día. Me gusta tener la obligación de acudir a las aulas. Tener la oportunidad de relacionarme con los padres y las madres, con el profesorado y con los alumnos.
Y es verdad además que cada día voy al colegio pues ya hace muchos años, en 1959, mi marido y yo fundamos en Madrid un Colegio, que ahora dirige mi hija, y al que acudo todos los días. Su puesta en marcha causó cierto revuelo, porque entre otras cosas que le hacían diferente también era un centro mixto, algo que no era habitual en aquella época. Buscábamos ayudar a los niños y las niñas a crecer dándoles la oportunidad de que se desarrollen al máximo sus capacidades, que suelen ir unidas de sus aficiones. Estos principio, como los muros entre los que se transmiten, se han mantenido firmes hasta nuestros días pues sigo convencida de que la enseñanza no cambia. Las leyes, los proyectos curriculares y los libros pueden hacerlo; el amor a la lectura y a la pintura, el compañerismo, la capacidad de superación y la generosidad son inmutables.

He dicho que no quiero renunciar a la enseñanza. Muchas veces este concepto se confunde con la educación y creo que es un error. La educación la dan los padres. Las normas de conducta, las creencias, los principios y la ética: ahí está todo. Y se educa desde el primer año de la vida del niño. La infancia entera es decisiva, pero no podemos olvidar que ésta empieza desde el nacimiento. La enseñanza por su parte es un apoyo a la educación. Es la transmisión de conocimientos. Pero no puede sustituir, ni aunque quisiera podría hacerlo, la acción de la familia. Ambas se conjugan en procurar felicidad, y entiendo por felicidad la satisfación de aprender a hacer algo que merezca la pena. Me da igual que sea escalar una montaña o hacer un transplante de corazón.

He dado un salto en el tiempo para dejar claros algunos conceptos que me parecen fundamentales, aprovechando que estamos en una revista de un colegio.

Pero viajando a la infancia, a una infancia como la vuestra pero en otros tiempos, os querría hablar de la importancia del maestro y del padre, de la maestra y la madre, como un homenaje a mis antepasados pues yo soy hija y nieta de maestra. Eran otros tiempos, España era entonces un país en el que había mucha gente que no sabía leer ni escribir, que eran analfabetos, lo que hacía que en aquella época la educación se vivía como una especie de mística. Las misiones pedagógicas que iban por los pueblos llevando la cultura a todos los rincones fue un ejemplo significativo del ambiente que se respiraba.

Para que os hagais una idea voy a recuperar un texto en el que yo contaba estas cosas en una novela mía, una de las más conocidas, que se titula "Historia de una maestra", basada, como no podía ser de otra manera, en aquellas maestras que yo conocí en mi infancia en La Robla. es la misma historia que han vivido vuestros abuelos y vuestros antepasados en esos pueblos de Villamanín, Cármenes y toda la montaña de León.

Así contaba como una maestra iba a tomar posesión de su escuela, que así se llamaba ir a dar clase a una escuela en la que ella era la única maestra:

"Eran unos treinta. Me miraban inexpresivos, callados. En la primera fila estaban los pequeños, sentados en el suelo. Detrás, en bancos y pupitres, los medianos. Y al fondo, de pie, los mayores. Treinta niños entre seis y catorce años, indicaba la lista que había encontrado sobre la mesa. Escuela Unitaria Mixta, así rezaba mi destino. Yo les sonreí. "Soy la nueva maestra", dije, como si alguno lo ignorara, como si no hubieran estado el día antes acechando mi llegada".
Así era una escuela. No había ni bancos para todos los niños. Más adelante lo cuento:
"La escuela está vieja y sucia- dije a todos- y la vamos a arreglar. No podemos trabajar en un lugar tan feo. A la salida buscamos cal y una brocha para pintarla. Tampoco podéis sentaros en el suelo. Mañana cada niño traerá una silla y una tablita para apoyar su cuaderno.
(...) Aquel mismo día, cuando la tarde caía y las montañas envolvían en sombras anticipadas el valle, se abrió la puerta de la cocina y allí estaba el alcalde, malhumorado y hosco. Sin quitarse la gorra, sin pasar por la puerta, me señaló con la cachaba y dijo: Aquí no ha venido usted a pintar la escuela. Aquí ha venido usted a tener a los chicos bien enseñados. Así que déjese de pinturas ...".

Os suenan a historias muy lejanas pero son de hace unas décadas, es la historia de vuestros abuelos y ¿sabéis a qué se debe que aparezcan muy lejanas, superadas A la suma de la educación y la enseñanza. Ellas son las únicas que hacen milagros.

Por eso aquellos maestros, la figura del maestro, de la maestra, estaba rodeada de un espíritu vocacional en la que lo único importante y gratificante era ver al alumnado progresar. Su celo para cumplir los deberes, su honradez concienzuda, su amor a la verdad, la dignidad de su carácter y su vocación profesional estaban muy presentes en aquel ideario. En manos de ellas, de ellos, estaba que la sociedad fuera más libre y avanzada. Y lo lograron, aunque después de estos años que retratan estos textos (los años 30 del siglo XX) volvió una época muy difícil para la educación y la enseñanza pues España vivió una Guerra Civil y las guerras son lo contrario de lo que representa la enseñanza. Hemos pasado muchos años de una educación tradicional que se prolongó demasiado tiempo, y España alcanza el siglo XXI a medio camino en su renovación. La gente joven ahora ha vivido otras cosas, aunque quizás falte algo de base cultural y los cambios actuales sean más superficiales que de fondo. A mí lo que más me preocupa es la educación pública, que es la más importante para que el país funcione y mejore. Hay diferencias entre unos centros educativos y otros dependiendo de las personas que los dirigen. Se requiere además un profesorado con una vocación especial. Hay personas que estudian magisterio y verdaderamente no les mueve ningún interés por la enseñanza.

Por eso he querido estar con vosotros, porque sois un colegio público y rural, mis dos pasiones. Os animo a seguir, a luchar, a levantaros cada mañana para ir al colegio, como hago yo, que ya tengo más de ochenta años. "

1 comentario:

Berto dijo...

Entrañable y nostálgico relato de nuestra admirada escritora roblana,donde nos refresca la memoria sobre la importancia de los maestros que tuvimos,lastima que fueran como en mi caso unos años muy difíciles de régimen dictatorial y por eso no podemos olvidar aquellas "excepciones" de maestros que nos maltrataban físicamente con total impunidad, pero de todos modos hay que resaltar por encima de todo su labor vocacional.
Josefina tiene en La Robla una calle a su nombre desde hace al menos 30 años,como reconocimiento a su excelente trabajo como maestra y escritora,si alguien está interesado en su obra bibliográfica, en esta pagina podéis ver información:
http://www.casadellibro.com/libros/aldecoa-josefina-r/aldecoa32josefina2r1?gclid=ckng1yf7j5ycfq9kqgodueonga
Un saludo

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